lunes, 6 de octubre de 2014

Posted by Jeibros |
El deporte tiene estas cosas por las que un absoluto desconocido para el aficionado medio de la Fórmula 1 se da a conocer cuando ocurren desgracias como la acaecida en el pasado GP de Japón. ¿Cuántos de nosotros seríamos capaces de distinguir a Bianchi si le quitan el mono del equipo? Cuando se están escribiendo estas líneas, el diagnóstico es crítico, aunque el piloto respira sin ayuda tras la operación.



La Fórmula 1 está llena de medidas de seguridad tanto en la pista, como en el coche, como en las gradas, etc. La seguridad no se diseña para que un coche no impacte contra una grúa. Es discutible si se debía haber parado la carrera unas vueltas antes, o quién ordenó sacar la bandera verde al comisario mientras retiraban el coche de Adrian Sutil. Pero lo que es admisible es que el helicóptero no pueda despegar por el mal tiempo.

Tal y como decía Pedro de la Rosa, en caso de que no se garantice que el helicóptero está 100% operativo, la salida no debería haberse tomado. En estos casos, un factor a tener en cuenta es la experiencia de los comisarios locales, la cual doy por alta, ya que Japón lleva años albergando Fórmula 1. La fatalidad se está cebando con el equipo Marussia; no olvidemos que María de Villota estaba unida a ellos y falleció el pasado año.

Otro equipo de la cola de la parrilla en horas bajas es Caterham. En la fábrica de esta escudería, la semana pasada se ordenó a los empleados que apagaran los sistemas y los servidores. Había llegado la policía a las instalaciones y se llevaron con ellos diverso material, y hasta un coche para tests de 2013. Este caos parece obedecer a facturas sin pagar del anterior dueño, Toni Fernandes. Esto no es más que otro sinsentido de la ilógica normativa que está imponiendo la FIA: se dijo que este año se imponían los motores v8 para ahorrar costes y ser más ecológicos, pero lo que han invertido las escuderías en adaptarse a estas nuevas normativas es un precio desorbitado.

Pero, a pesar de estas noticias antagónicas y las penurias que pasan las escuderías, la semana pasada saltó a la palestra la posibilidad de que el apellido Brabham vuelva a la Fórmula 1. Jack Brabham podría ser como el Di Stéfano de la Fórmula 1, un piloto clásico. Hasta ahora es el único piloto en ganar un título mundial con un coche que lleva su propio nombre (era fabricante y piloto).

Esta leyenda falleció en mayo del presente año. Ahora es su hijo, Dave, quien está intentando devolver el apellido a la alta competición, y lo está haciendo mediante crowdfunding. Tiene que conseguir 320.000 euros para el 1 de noviembre, y en la primera semana de recogida de financiación ya obtuvieron 32.000 euros .

De momento, ya está asegurada su participación en el Campeonato de Resistencia de la FIA en 2015, que incluye a las 24 horas de Le Mans. Después, todo podría pasar.

Y para ir despidiendo esta columna, ¿qué hay de Fernando Alonso? Eso solo lo sabe él.

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